¿EN QUE MOMENTO SE JODIÒ TODO?


 Ha pasado poco más de un mes desde la publicación de La vida cañón (Temas de hoy) y el libro ya ha invadido varias esferas del debate público. Medios, políticos y redes sociales han criticado la conveniencia de plantear esta “guerra generacional”. Analía Plaza (Tres Cantos, 1989) no parece en absoluto preocupada por las reacciones viscerales. Que hablen del trabajo de una, aunque sea mal. Defiende que su ensayo no es más que el retrato de una generación y sirve para explicar la historia de la economía española del desarrollismo, que coincidió más o menos con el baby boom (entre el 1957 y el 1977, aunque ella lo acota al 1970). Su conclusión es que estos boomers tuvieron en su edad adulta unas condiciones muy favorables para su desarrollo vital, y que eso permitió que su esfuerzo tuviese una gran recompensa en forma de trabajos estables, acceso a viviendas de propiedad y, hoy en día, pensiones dignas. Piensa que los millenials, y en especial los Z, lo tienen más difícil para crear un proyecto de vida.

A simple vista, a los ojos de los boomers, Analia no és justa en sus descalificaciones, pero aconsejaria leer la entrevista con atención, porque en algunos aspectos Plaza, no va desencaminada, o por lo menos hay que escuchar sus razones sobre el futuro tras los boomers.

P.- Gabriel Rufián fue entrevistado la semana pasada en La Revuelta y David Broncano le preguntó por la vivienda, “el único tema político que nos interesa”, en referencia a los jóvenes. ¿Lo ve igual? ¿Es el motivo por el que se planteó escribir este libro?

R.- Creo que es el tema más importante en España ahora mismo. Pero ya se ha escrito todo lo que hay que escribir sobre vivienda: se han explicado todas las posibles soluciones y se han creado todo tipo de debates alrededor de ello. Aún surgen enfoques nuevos, porque las consecuencias son tan amplias que da lugar a nuevas realidades y problemáticas sociales. Como la de los estudiantes que no se pueden ir a otra provincia a hacer la carrera porque los precios de las habitaciones y residencias son imposibles de pagar. Pero la crisis de vivienda no es la razón fundamental que me llevó a escribir este libro.

P.- ¿Cuál es para usted la raíz del problema? 

R.- Tener un techo bajo el que vivir es un bien de primera necesidad, igual que comer. Y a una gran parte de la población le están privando de ese derecho. Eso ocurre porque se puede especular con esta necesidad tan básica. En España se dan por hechas la sanidad y la educación públicas. No te dicen: sí, son un derecho, pero también un negocio. En cambio, con la vivienda se ha hecho y se hace negocio.

P.- Llevamos muchos años hablando de la vivienda en los medios, pero casi siempre desde la perspectiva del crecimiento económico del país. ¿Qué ha cambiado ahora?

R.- Diría que se empezó a hablar mucho más de cómo el acceso a la vivienda determinaba la vida de las personas cuando la situación empezó a afectar a los propios periodistas que cubrían esta información. Es decir, a los hijos de las clases medias españolas. Yo misma he pedido aumentos de sueldo a mis jefes boomers con el argumento: “Es que como está el alquiler, con esto no me da”. Ahora, por fin, ya hablamos de la vivienda desde el prisma de tener un sitio digno donde vivir, y no sobre los vaivenes del sector inmobiliario.

P.- ¿Escribir sobre la trayectoria vital de los boomers es útil para explicar la crisis de la vivienda? 

R- Sí, es una manera de contextualizar la situación actual de la vivienda. Y además me permite hablar de muchas otras cosas de la historia reciente de España.

P-  ¿Realmente ha sido tan cañón la vida de los boomers? 

R- Desde el punto de vista material, ahora mismo lo es. Lo dicen las estadísticas. Según el Banco de España, son el grupo de población más rico. Eso ocurre en gran parte porque la tasa de propietarios en los boomers está cerca del 75%. En cambio, entre los menores de 35 años, el porcentaje de propietarios está alrededor del 30%. 

P.- Las estadísticas oficiales del Banco de España indican que para las generaciones nacidas entre 1945 y 1965, la tasa de hogares con vivienda en propiedad a los 42 años estaba en 2022 por encima del 81%; entre los nacidos 1975 y 1985, en el 67%; y entre los nacidos después de 1985, el porcentaje se reduce gradual y significativamente. Hay quien dice que los jóvenes ya tienen un sitio donde vivir: la casa de sus padres, y sin pagar ni un euro. ¿Se puede construir un proyecto de vida sin tener un piso propio?

R.- Compartiendo piso, es difícil. El Ministerio de Vivienda acaba de sacar un vídeo (se refiere a la campaña “¿Cómo imaginarías tu futuro?”) que supuestamente tiene que servir para concienciar sobre este problema: muestran a tres personas de más de 60 años conviviendo en un piso compartido. Ha sido criticadísimo, porque es tremendamente frívolo. Me pregunto por qué tipo de filtros boomers ha pasado esta campaña. Pero lo cierto es que plantea un escenario que no está tan lejos: gente cerca de la edad de jubilación o ya jubilados que tengan que compartir piso.

P.- En su libro, compara la vida de los boomers con la de los millenials, que ahora tienen entre 30 y 45 años, y con la de los Z, que vienen después. Y concluye que lo tuvieron mejor los primeros. Los boomers arguyen que se lo han ganado trabajando mucho y renunciando a muchas cosas...

R.- Claro que trabajaron mucho. Pero también se esfuerzan y se sacrifican las generaciones posteriores. Y tampoco es que pasaran penurias, los boomers. Hay gente que piensa que hablo de quienes vivieron la posguerra y la dictadura. Esos fueron los padres de los boomers. Pero no. Hablo de gente que desarrolló su etapa adulta en los años 90. Y sí, algunos de ellos empezaron a trabajar con 14 años y no pudieron estudiar; y las que eran mujeres tuvieron que ayudar en casa en el cuidado de sus hermanos menores. Desde luego, esa etapa de la infancia fue peor en términos cualitativos de vida. También es cierto que tuvieron menos oportunidades de viajar, de acceder a la cultura o de tener una visión más amplia del mundo a través de internet. En este sentido, tal vez su juventud fue menos divertida que la nuestra. Pero tuvieron otras muchas oportunidades más relevantes en lo que respecta a su desarrollo vital en la edad adulta. La sensación de estabilidad y progreso que tuvieron los boomers no la tienen los millenials. Ni mucho menos los Z. En el cómputo global, yo creo que pesan más las oportunidades materiales. Y concretamente, el acceso a la vivienda. 

P.- Todos los ‘boomers’ te hablan de su esfuerzo y sacrificios. Pero a igual esfuerzo, obtuvieron más recompensa de la que tiene un ‘millenial’

R.- Al escribir el libro me di cuenta que, aun habiendo entrevistado a perfiles muy distintos, todos tienen unas ideas muy similares. La principal es la del esfuerzo y el sacrificio: ‘Hemos trabajado muchísimo y hemos dejado de salir a cenar para sacar adelante a los hijos y darles la mejor educación. Y si ellos se esfuerzan y se sacrifican igual, tendrán un futuro de éxito”. ¿Qué sucede? Que esta idea de meritocracia se va al carajo con la crisis de 2008. Y aun así, me llama la atención que los millenials sí son muy conscientes de ser unos privilegiados. Y te lo dicen: por tener un trabajo, aunque sea mal pagado; porque su casero no le echa; o por algo tan banal como poder cocinar en casa en vez de comer algo precocinado. En cambio, nunca verás a un boomer reconocer que ha sido privilegiado por las condiciones en las que ha vivido. Hace poco escuché al politólogo Pablo Simón decir que, a igual esfuerzo, un boomer obtuvo mayor recompensa de la que tiene un millenial. Me parece evidente que es así.

P.- Cuando le sugieren que tu libro atiza una suerte de guerra intergeneracional, ¿qué piensa?

R.-En primer lugar, el subtítulo del libro es ‘La historia de España a través de los boomers’. Lo que estoy contando es la trayectoria vital de los boomers a través de más de 30 entrevistas por toda España a gente de esa generación, además de a múltiples expertos e investigadores del tema. Explico su historia, que es la historia del desarrollismo en España. Comienza a finales de los 50, cuando los padres de los boomers emigran del pueblo a la ciudad y empiezan a tener hijos. Hablo de cómo se desarrollan esas infancias, de su juventud, la formación de familias, en qué condiciones acceden al trabajo y a la vivienda y cómo les pilla la crisis. Y luego trazo las consecuencias de todo este desarrollo para explicar cómo afecta a las pensiones y a las herencias, que son los factores que van a determinar la riqueza de las generaciones posteriores. ¿Eso es alimentar el odio generacional? No lo creo.  Eso sí, demuestro, con datos, que hay una brecha económica entre los boomers y los que vienen por detrás. Esa desigualdad económica es innegable. 

P.- Los boomers gastaron el dinero en una casa porque podían; los millenials se lo gastan en ocio porque es a lo que pueden acceder, a una casa no pueden

R.- Eso me hace mucha gracia, porque los primeros que están repitiendo la consigna de la batalla generacional son miembros del propio Gobierno. Pablo Bustinduy (ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030) dijo hace poco que no hay que atribuir la responsabilidad de que jóvenes no se emancipen a “un jubilado o una jubilada que cobra 2.000 euros de pensión”. Están haciendo un ‘No pienses en el elefante’ (la autora se refiere aquí a la idea de crear un marco político consistente en negar o evitar un concepto, cuando en realidad lo que se pretende es activarlo y reforzarlo en la mente del público). Es decir, quieren negar una cosa, pero la repiten una y otra vez. La ministra de Seguridad Social el otro día, lo mismo. Le hicieron una pregunta muy pertinente: “¿Tiene sentido que las pensiones se revaloricen con IPC, si los salarios que pagan esas pensiones no se están revalorizando con el IPC?”. Su respuesta fue: “Quienes alimentan la batalla generacional son perversos”. Pero oiga: ¿quiere usted hacer el favor de responder la pregunta, por favor? Prefieren responderte con un eslogan vacío que darte los números. Entonces, ¿quién está alimentando la batalla generacional? Porque ya no son los neoliberales, yo veo al propio Gobierno abrazar ese discurso. Yo no lo hago, desde luego.

P.- Respecto a las pensiones, explica que gran parte de la población está confundida respecto a cómo funciona nuestro sistema. 

R.- Eso ha quedado demostrado en una encuesta muy reciente de Funcas (La Fundación de las Cajas de Ahorros). Sólo el 12% de los encuestados logró responder correctamente a cómo funciona el sistema de pensiones. Muchos boomers piensan que ellos contribuyeron a una especie de hucha y que ese dinero está ahí esperándoles para cobrar su pensión. Pero no funciona así, sino que es un sistema de reparto en el que los trabajadores de ahora pagan las pensiones de ahora.  Hay que hacer mucha pedagogía sobre esto. Que la gente lo entienda para que pueda exigir a los gobiernos medidas para mejorarlo. Porque de lo contrario proliferan discursos muy tóxicos y muy malignos, como que el sistema de pensiones es una estafa piramidal. Esa misma encuesta, por cierto, demuestra que la gente en España tiene la percepción de que las pensiones son más bajas de lo que realmente son: el 66% cree que la pensión media de jubilación es menor que el Salario Mínimo Interprofesional, cuando es al contrario (el SMI es de 1.184 euros brutos mensuales en 14 pagas, mientras que la pensión media de jubilación se sitúa en 1.508,7 euros al mes, según datos del Gobierno). Aun así, el informe señala que no hay indicios de un conflicto intergeneracional: los jóvenes no creen que los pensionistas estén cobrando mucho más que ellos.P.-

P.- En el libro menciona un vídeo de Pantomima Full que retrata de un modo muy sarcástico la desesperanza de muchas de las familias que se forman hoy en día. Un tono que también está presente en la serie Poquita fe. ¿Por qué le llamó la atención? 

R.- Porque retrata un proyecto de vida con tintes muy boomers. Cuando lo vi, pensé: Bueno, por lo menos se han comprado un piso; tienen trabajo, aunque están quemados; y van a por el hijo, porque se lo pueden permitir. En la visión boomer, esto era el camino marcado, lo que se consideraba deseable: el sueño de estabilidad y familia. Pero el tono de aburrimiento vital de ese vídeo creo que es paradigmático. Cuando se publicó, las respuestas de la gente en redes sociales eran del tipo: “Madre mía, qué horror, estoy metido en esto o no quiero seguir así”.

P.- ¿Cree que ese proyecto de vida se sigue considerando deseable? ¿O ya no es deseable porque ha dejado de ser factible? 

R.- Es la gran duda. ¿Se dan las condiciones para seguir ese camino? ¿No deseamos eso porque no podemos conseguirlo y entonces no lo queremos? ¿O es que simplemente como sociedad hemos cambiado y preferimos tener trabajos distintos, hacer actividades que nos realicen? Si un curro no nos gusta, nos vamos a otro. No queremos vivir de alquiler, pero si el alquiler no fuera la jungla horrorosa que es, tal vez no sería una opción tan indeseable. En cualquier caso, está claro que hay un cambio de mentalidad entre la generación de nuestros padres y la nuestra. Cuando tuve mi primer buen sueldo, mis padres me decían: Cómprate una casa. Y yo pensaba: no sé si mañana querré estar en este trabajo, no me quiero atar a algo. Los valores de las clases medias, o al menos sus deseos, son distintos ahora. Y no tengo claro si es porque lo que antes era el ideal ya no se pueden realizar o si el cambio viene de antes. Tal vez los boomers se esforzaban en el trabajo porque sabían que ese esfuerzo iba a dar sus frutos. Mientras que los millenials y sobre todo los Z, han adoptado una actitud de dejar el trabajo en un segundo plano. Lo importante es vivir y cuidar tu salud mental y demás, porque no hay unas expectativas reales de progreso en el trabajo.

P.- Entonces, ¿este cambio de valores de los jóvenes tiene que ver con que tienen menos recursos económicos que sus padres a su edad? 

R.- Ya te digo que no sé si es antes el huevo o la gallina. ¿Por qué ese vídeo de Pantomima Full que retrata lo que hace 30 años sería considerado como un ideal lo vemos ahora como una opción aburridísima? ¿Qué ha pasado ahí? Un economista me dio una clave que creo que es bastante buena. Me decía: Yo, como economista, tiendo a pensar que la gente es racional: los boomers se gastaron el dinero que tenían en una casa porque podían; y los millenials se gastan su dinero en ocio porque es a lo que pueden acceder, ya que a una casa no pueden aspirar. Entonces, ¿han cambiado los ideales? ¿Por qué nos parece aburrida la fórmula del trabajo, la familia, el pisito, etcétera? Tal vez es porque para muchos es un proyecto de vida imposible de llevar a cabo.

P.- El último capítulo del libro lo dedica al papel que tendrán las herencias de los boomers en el futuro de sus hijos ¿Sólo podrá prosperar quien herede? 

R.- Todos los estudios apuntan lo mismo. La generación del baby boom fue muy numerosa y acumuló mucha riqueza, que se va a repartir en manos de menos gente, porque las generaciones posteriores han tenido pocos hijos. Esto generará una gran desigualdad entre la generación millennial y la Z. Pasa en Estados Unidos, pasa en Reino Unido y pasará en España. ¿Cuál es la diferencia? Que el estado de bienestar en España es muy familiarista. El Estado externaliza gran parte de la protección social a las familias. Y tengo la sensación de que no se están tomando medidas más radicales en vivienda porque existe la inercia de que la familia lo solucionará: bien teniéndote en casa hasta los 30 o los 35; bien dejándote dinero para la entrada del piso; o bien cuando se mueran y heredes. Pero esta idea tiene muchas grietas: primero, la esperanza de vida es muy alta en España, así que esas herencias igual llegan demasiado tarde; segundo, no se ha revalorizado lo mismo una vivienda en Madrid que en Castilla y León; y tercero, igual esa herencia hace falta para pagar los cuidados de nuestros padres. Y entonces, ese millennial que está a verlas venir, termina no viendo nada. Juan Manuel García en la vanguardia

¿En que momento se jodió todo?

Sobre las acusaciones a los boomers de ANALIA PLAZA, habría que preguntarse ¿Quién tiene la culpa?¿cuando se jodió todo?. Me parece que es injusto culpar a los boomers de los problemas actuales, como el acceso a la vivienda o la precariedad laboral. Muchos de esos desafíos son consecuencia de decisiones políticas, económicas y tecnológicas complejas. Tampoco se puede ignorar que las generaciones más jóvenes enfrentan un mundo muy distinto, con retos que los boomers no vivieron.

En resumen: cada generación ha tenido sus luces y sombras. Más que buscar culpables, quizás lo más útil sea fomentar el entendimiento intergeneracional y trabajar juntos para mejorar las condiciones actuales.

Los alquileres en España comenzaron a dispararse a partir de 2014, y desde entonces han subido más de un 70%. La causa principal es la falta de oferta frente a una demanda creciente, especialmente en grandes ciudades. No hay un único culpable, sino una combinación de factores estructurales, políticos y económicos.

La clave està ahí, en cuándo se dispararon los alquileres. Desde 2014: El precio medio del alquiler en España ha subido un 74,6% en diez años, pasando de 7,1 €/m² en 2014 a más de 12 €/m² en 2024. Desde 2015: En zonas como Madrid, Cataluña, Baleares y Comunidad Valenciana, el aumento ha superado el 65%, con algunos barrios donde el alquiler ha subido más del 75%.

¿Por qué subieron tanto? Las causas son múltiples y se retroalimentan:

  • Falta de oferta: La construcción de vivienda cayó un 83% desde 2006, y no se ha recuperado.
  • Concentración urbana: La población se concentra en pocas ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia), donde la demanda supera con creces la oferta.
  • Cambio de perfil del inquilino: Más gente vive sola, más jóvenes alquilan por más tiempo, y hay menos acceso a la compra.
  • Turistificación y alquiler vacacional: Muchos pisos se destinan a Airbnb y similares, reduciendo la oferta residencial.
  • Inversores y fondos: La profesionalización del mercado ha hecho que grandes propietarios suban precios para maximizar rentabilidad.
  • Políticas públicas insuficientes: La vivienda protegida apenas se ha desarrollado, y las medidas de control de precios han sido limitadas o tardías.

¿Quién tiene la culpa? No hay un único culpable, pero sí responsables compartidos:

  • Gobiernos (locales y nacionales): Por no anticipar la crisis de vivienda, no construir vivienda pública suficiente, y no regular el alquiler turístico.
  • Fondos e inversores: Por convertir la vivienda en un activo financiero, no en un derecho.
  • Sociedad en general: Por aceptar que el acceso a la vivienda se convierta en una carrera de obstáculos.

La frase “¿en qué momento se jodió todo?” tiene respuesta: cuando se dejó de construir vivienda asequible y se permitió que el mercado del alquiler se descontrolara sin una red de protección pública. A todo ello jabria que remontarse al origen de cuando las políticas neoliberales del gobierno de José María Aznar, especialmente la liberalización del suelo en 1998, son consideradas por muchos expertos como un punto de inflexión que contribuyó al proceso de especulación inmobiliaria y a la degradación del acceso a la vivienda en España. Unas políticas que los gobiernos posteriores del PSOE o del PP no han sido capaces de gestionar adecuadamente,

LA ILUSIÓN DEL TIEMPO


 “La muerte no significa nada. Para nosotros, que creemos en la física, la separación entre pasado, presente y futuro solo tiene el significado de una ilusión, aunque persistente”. Es parte del pésame que el revolucionario físico Albert Einstein envió a la familia de su amigo y excompañero del Instituto Politécnico Federal de Zúrich (Suiza) Michele Besso tras su fallecimiento en 1955. La misiva la recoge el doctor y profesor de Investigación del CSIC en el Instituto de Física Teórica (CSIC-UAM) Alberto Casas en su último libro, La ilusión del tiempo (Ediciones B, Penguin Random House 2025), el vehículo del científico zaragozano para viajar por las ramas de la física que han contribuido a la comprensión del algo que define como “coordenada imprescindible para describir el mundo”. Y en cada intensa y mentalmente desafiante parada de ese itinerario se despliegan respuestas y preguntas sobre cuestiones fundamentales de la existencia cotidiana.

Pregunta. ¿Es el tiempo una ilusión?

Respuesta. El tiempo no es una ilusión, pero la manera en que lo percibimos sí lo es. Es una coordenada necesaria para describir el mundo: para identificar un acontecimiento cualquiera necesitas tres coordenadas espaciales para definir dónde se produjo y una coordenada temporal para diferenciarlo de otros que ocurrieron en ese mismo lugar. Ahora bien, la manera en que lo percibimos y, en particular, cómo pasa, sí puede ser una ilusión.

P. Afirma que ni presente ni pasado ni futuro tienen un significado absoluto.

R. En nuestras escalas cotidianas tendemos a pensar que el presente del universo es el conjunto de todos los acontecimientos que se están produciendo en un instante dado. Sin embargo, la teoría de la relatividad demuestra que, para otro observador, los acontecimientos que se producen simultáneamente son otros y, por lo tanto, no hay un presente objetivo, aunque para todos los observadores en la Tierra los hechos que configuran la realidad son prácticamente los mismos. Pero eso no deja de ser una aproximación. En cuanto al pasado y el futuro, la sensación de que el pasado ya ocurrió y es inamovible, mientras que el futuro aún no ha ocurrido y está abierto, puede ser una ilusión debida a que tenemos mucha más información acerca de los eventos pasados que de los futuros por un efecto sutil que es el incremento de entropía [desorden de un sistema] a medida que el tiempo avanza. Eso hace que ciertos eventos dejen huella, registros, y otros no. Los primeros son los que situamos en el pasado, y nos parece que ya han ocurrido, a diferencia de los que situamos en el futuro.La sensación de que el pasado ya ocurrió y es inamovible, mientras que el futuro aún no ha ocurrido y está abierto, puede ser una ilusión

P. ¿Quiere decir que el futuro existe, pero no tenemos datos sobre él?

R. Si dejamos por un momento a un lado la física cuántica, las leyes de la física nos dicen que, a partir de un cierto estado, como el actual que vivimos, podemos reconstruir tanto el pasado como el futuro. En principio sería posible porque las leyes de la física te dan una correlación perfecta. Es como una pelota que bota y, en un punto, puedes reconstruir su futuro, que será seguir rebotando en la dirección que sea, y también puedes reconstruir su pasado. Cuando recordamos algo, lo que hacemos es reconstruir o deducir cómo fueron las cosas en otro momento a partir de los datos del presente.

P. Entonces, tanto pasado como futuro están fijados.

R. La única diferencia es que, debido al aumento de entropía, sobre los hechos del pasado tenemos mucha más información que sobre los del futuro. Pero eso no significa que sean más reales. La física cuántica complica esta perspectiva porque puede hacer que, con la información disponible en un momento dado, no sea posible reconstruir totalmente ni los hechos del pasado ni los del futuro, pero seguirían estando al mismo nivel.

P. ¿Es posible viajar en el tiempo?

R. Está probado de forma rotunda el viaje hacia el futuro. La Teoría de la Relatividad nos enseña que el tiempo no transcurre igual en todos los sitios. Una de las ilusiones de nuestra percepción es que el tiempo avanza al mismo ritmo en todos los sitios, pero eso no es así. Para los objetos que se mueven a más velocidad o están en un campo gravitatorio mayor, el tiempo transcurre más lentamente. Por ejemplo, el tiempo transcurre más rápido en la cabeza que en los pies. Esto está probado experimentalmente. Cerca de un agujero negro, para ti, puede pasar un año y lejos de él habrán pasado 100 o 1.000. Es una manera de viajar al futuro. Otra es ir en una nave capaz de alcanzar velocidades cercanas a las de la luz (algo imposible con nuestra tecnología actual). Te das un paseo por el universo y al volver ha podido pasar un siglo.

P. ¿Y al pasado?

R. Es mucho más difícil, pero la Teoría de la Relatividad General abre la puerta a esa posibilidad con configuraciones de materia y energía muy peculiares (y poco realistas) que den lugar a los llamados bucles temporales cerrados.

P. ¿Pero el pasado sería inamovible?

R. En estos escenarios de materia exótica que generan bucles temporales cerrados no habría paradojas lógicas porque tú volverías al mismo punto del espacio-tiempo y, por lo tanto, volverías exactamente a la misma situación en la que estabas. No percibirías nada, no sentirías que habías hecho el viaje temporal. Entonces no se produciría ninguna paradoja lógica porque vuelves a la misma situación. Habría, tal vez, otra manera de viajar hacia el pasado, que es a través de agujeros de gusano: configuraciones hipotéticas del espacio-tiempo complejas y muy inestables, una especie de túneles. Pero nunca podrías asesinar a tu abuelo porque entonces no habrías nacido en primer lugar. La naturaleza no puede comportarse de manera contradictoria.

P. ¿Hay sucesos irreversibles?

R. Todos los procesos, en realidad, son reversibles. Un ejemplo clásico es un huevo que cae al suelo y se rompe. Que se recomponga solo y salte otra vez a nuestras manos es extremadamente improbable, pero no imposible. Sin embargo, es tan difícil que suceda que, en la práctica, los llamamos procesos irreversibles.

P. ¿Y el libre albedrío es una ilusión?

R. Si las leyes de la física son deterministas, entonces es evidente que no tenemos libre albedrío porque todo lo que va a suceder está ya escrito. Pero tampoco la física cuántica, que es intrínsecamente probabilística, facilita el libre albedrío. Las hechos pueden no estar predeterminados, pero sí sus probabilidades, y nosotros no podemos afectarlas de ninguna manera sin violar las leyes de la física, no tenemos control sobre ellas. Por eso creo que el libre albedrío es una ilusión creada por nuestro cerebro, la sensación de que controlamos nuestros actos. Cuando hacemos algo, parece que es el resultado de una libre elección, pero en realidad la decisión ya estaba tomada. Muchos experimentos neurológicos indican que las decisiones están tomadas una fracción de segundo antes de que seamos conscientes de ellas. Desde el punto de vista de la física, no puede ser de otra manera: no hay ninguna ley física que, en mi opinión, dé espacio a la libre elección de un ser consciente como somos nosotros. No es una conclusión muy agradable, lo reconozco, pero parece ser lo que dice la física.

P. ¿Entonces no somos responsables de nuestros actos?

R. La única manera razonable de comportarse en la práctica es como si fuéramos libres para elegir, porque si no, sería el caos absoluto. Si nos queremos proteger, por ejemplo, de quien comete un delito, tenemos que hacerle responsable de sus actos. Por otra parte, aunque en el fondo no seamos libres, no es lo mismo una decisión tomada conscientemente y de forma consistente con todos tus esquemas de valores morales que una decisión tomada por una persona enferma que no se da cuenta de lo que está haciendo. En la práctica, no podemos atribuirle el mismo grado de responsabilidad, pero eso no impide que, en un nivel muy profundo, carezcamos de control sobre lo que hacemos.

P. ¿El envejecimiento es también por entropía?

R. Los procesos biológicos son procesos en los que la entropía aumenta, lo que implica una degradación natural. Para mantenerlos necesitas un suministro de energía con entropía muy baja, que es la útil. Por ejemplo, el calor de la Tierra sin más no nos sirve para nada porque está casi en equilibrio térmico. Es completamente inútil para procesos biológicos, que se producen gracias al aporte continuo de energía de alta calidad, con muy baja entropía, que nos proporciona el Sol.

P. Dice la también física Sabine Hossenfelder que morimos por el aumento de la entropía.

R. Es cierto que el proceso de degradación y de muerte de un ser vivo se puede ver como un proceso de aumento de la entropía y de vuelta al equilibrio térmico. Pero dado que tenemos un suministro permanente de energía de baja entropía proveniente del Sol, en principio, sería posible revertir ese proceso de degradación. No veo ninguna contradicción física en que se pudiera revertir el proceso de envejecimiento aprovechando la energía útil que viene del Sol o de otra fuente de energía con muy baja entropía.

P. Entonces no morimos, sino que nos transferimos a un estado macroscópico con diferente entropía.

R. Depende de cómo se defina morir. Si es que tu cerebro deja de funcionar, dejas de estar consciente y la información que tenías se dispersa en el universo, pues entonces sí que morimos. Si defines morir como que la información se destruye completamente, pues, en ese sentido, podemos decir que no morimos porque la información sigue estando ahí, dispersa, de una manera totalmente irrecuperable, pero sigue estando ahí. Es como un libro quemado: la información que contenía pervive en las cenizas y en los gases de la combustión, aunque sea imposible de recuperar en la práctica.

“Estamos vivos gracias al principio de incertidumbre”

P. ¿Si alguien pudiera ser capaz de revertir ese nuevo estado al estado inicial, podría recrear la existencia?

R. Al fin y al cabo somos sistemas físicos. Es como un coche accidentado. A partir de los restos podrías acabar reconstruyéndolo. Un ser vivo es un sistema complejo muy organizado, pero, en principio, a partir de los restos de una persona fallecida se podría reconstruir la persona como era inicialmente (a costa de aumentar la entropía global). Sería terriblemente difícil, por supuesto, pero no veo ninguna imposibilidad para hacerlo.

P. La teoría de los muchos mundos, que también desafía nuestra percepción del tiempo, significa que vivimos realidades paralelas, pero que solo somos conscientes de una.

R. Hay que dejar claro que se trata de una hipótesis, concretamente sobre lo que sucede durante el proceso de observación. Según la interpretación ortodoxa, llamada interpretación de Copenhague, cuando un sistema físico está en una superposición de estados y tú lo observas, solo una de esas posibilidades se materializa y el resto desaparece. Esta interpretación es la que todos utilizamos en la práctica, pero tiene problemas conceptuales importantes. Otra interpretación más satisfactoria conceptualmente, en mi opinión, es la debida a Hugh Everett, según la cual no se produce el colapso del estado: el sistema no se materializa en una de las posibilidades, sino que todas siguen coexistiendo en superposición. Desde tu punto de vista, solo eres consciente de uno de los estados cuánticos, pero hay otras versiones de tu yo, en un número gigantesco, que son conscientes de las otras alternativas. Solamente percibes una de las posibilidades de evolución del mundo, pero hay otras sucediendo simultáneamente en el mismo sitio, aunque sean invisibles.

P. ¿Vivimos muchas vidas de forma simultánea pero solo somos conscientes de una? ¿Puedo avisar a mi otro yo de que no firme el crédito?

R. [Ríe] Insisto en que es una hipótesis. Un ejemplo que uso es que si compras un billete de lotería, cuando se celebre el sorteo, algunos de tus “yoes” verán que sale ese número. Es decir, todas las posibilidades se acaban realizando en alguna rama de tu estado cuántico. Pero es solo una hipótesis, aunque perfectamente seria, para interpretar la mecánica cuántica. Hay que añadir, y esto es importante, que la interacción entre “los mundos” es imposible. Es decir, una vez que se han creado, ya no hay posibilidad de comunicación ni de afectarse unos a otros. Comunicarse con otros mundos paralelos quedaría excluido en esta hipótesis. Raúl Limón en el País

DE LA POSTVERDAD A LA POSTMENTIRA

"Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad". Esta frase, atribuida a Joseph Goebbels, ministro de propaganda del Tercer Reich entre 1933 y 1945, quizás ya ha quedado anticuada. Y es que es posible que hoy ya no sea necesario repetir una mentira hasta la saciedad para que arraigue. La pregunta es: ¿por qué? ¿Acaso la verdad ha perdido prestigio? ¿Hemos quedado anestesiados ante la mentira al haberse convertido en algo recurrente?

Vivimos en una era en la que la verdad ya no es el centro del debate público. Si la posverdad ya suponía que las emociones y creencias personales pesaban más que los hechos, la postmentira representa un paso más allá: la mentira no solo se tolera, sino que se utiliza como herramienta política, se repite sistemáticamente y se normaliza.

¿Por qué funciona la postmentira? Saturación informativa: en un entorno donde todo parece discutible, la mentira se camufla entre verdades parciales, cuyos algoritmos premian la polarización, mientras las redes sociales amplifican el contenido emocional y extremo. La mentira apela al miedo, la indignación y el resentimiento, sentimientos que movilizan más que la razón.

¿Cómo combatir la postmentira? Con una educación crítica - Es necesario incorporar la alfabetización mediática a los currículos escolares. Saber contrastar fuentes, identificar falacias y entender los mecanismos de manipulación es esencial. Es necesario un periodismo riguroso y accesible, los medios deben recuperar la confianza del público con información veraz, pero también adaptada a los nuevos formatos: visual, emocional y compartible. Las redes sociales deben moderar contenidos falsos, penalizar la desinformación y ser transparentes en sus criterios. Es necesario un activismo digital ético, es posible realizar activismo desde la verdad, con creatividad y empatía. La clave es construir comunidades que valoren el conocimiento. Cada usuario tiene el deber de verificarlo antes de compartir. La viralidad irresponsable es el combustible de la postmentira.
En tiempo de cinismo, defender la verdad es resistir. La mentira puede ser ruidosa, pero la verdad tiene profundidad. En un mundo en el que la postmentira se instala como norma, defender la verdad no es sólo una cuestión ética: es una forma de resistencia democrática. Y hay que ponerse ya, pues mientras permanecemos inactivos, elementos como Vox o Vito Quiles se frotan las manos.
Especial atención deberían merecernos los nuevos agitadores como Vito Quiles. Quiles es uno de los rostros emergentes de esta nueva agitación digital, vinculado al movimiento “Se Acabó la Fiesta”. Quiles ha ganado notoriedad por sus intervenciones provocadoras en actos públicos y redes sociales, donde acusa a las universidades de ser “nidos de ratas marxistas” y denuncia una supuesta censura institucional.
Su discurso se basa en tres ejes:
  • Deslegitimación de las instituciones: medios, universidades y partidos tradicionales se presentan como enemigos del pueblo.
  • Victimización estratégica: se construye una narrativa de persecución para reforzar la idea de que el sistema quiere silenciar a “los que dicen la verdad”.
  • Repetición de mensajes simplificados: aunque sean falsos o manipulados, se repiten hasta que sean necesarios en la audiencia.
No hay que menospreciar a los agitadores como Quiles, se hizo con Ayuso o VOX y ya vemos los resultados Hay que combatirlos como diría Trillo, por tierra, mar y aire, aunque el viento no nos sople a favor.

EN LA LÍNEA DE FUEGO

 Cada 2 de noviembre, en el Día Internacional para Poner fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas, recordamos aquellos que han perdido la vida para defender la verdad. Su compromiso con la información libre y honesta los convirtió en objetivos. Hoy, los recordamos con nombres y apellidos. Desde comienzo de año, 153 periodistas y trabajadores de medios han sido asesinados en el mundo, una cifra que “nunca había estado tan alta en diez meses”, denunció la Campaña Emblema de Prensa (PEC), que subrayó que dos tercios de las muertes se produjeron en conflictos armados. La Franja de Gaza ha estado especialmente peligrosa para los profesionales de la información, con 57 periodistas asesinados desde comienzo de año. Lo siguen la guerra de Ucrania y el Yemen, sumido en una contienda civil desde el 2015, con once más.
Gaza: la verdad bajo las bombas - Desde el inicio de la ofensiva israelí en octubre de 2023, más de 250 periodistas han sido asesinados en la Franja de Gaza. Entre ellos:
Mohammed Abu Hatab, reportero de Al-Aqsa TV, murió el 2 de noviembre de 2023 en un bombardeo mientras cubría los efectos de la guerra a Kan Younis.
Roshdi Sarraj, fotoperiodista reconocido y fundador de la agencia Ain Media, fue asesinado en casa suya el 22 de octubre de 2023.
Hind Abu Akr, periodista de radio, murió con su familia en un ataque aéreo. Tenía solo 28 años.

Estos nombres son solo algunos de los muchos que han sido silenciados en una guerra donde la información se ha convertido en una arma.

México: el periodismo debajo amenaza - México continúa siendo uno de los países más peligrosos para la prensa. El 2024, al menos 8 periodistas fueron asesinados, muchos de ellos para investigar el crimen organizado o la corrupción: 
Nelson Matus Peña, director del portal Lo Real de Guerrero, fue asesinado en Acapulco el julio de 2023.
Luis Martín Sánchez, corresponsal de La Jornada, desapareció y fue encontrado muerto a Nayarit el julio de 2023.
Jesús Gutiérrez Vergara, periodista local de Sonora, murió en un ataque armado mientras cubría un incidente criminal.

La impunidad en estos casos es casi total. Las familias reclaman justicia, pero las investigaciones a menudo se estancan.

Otras zonas de conflicto - En Siria, desde el 2011, más de 700 periodistas han sido asesinados o han desaparecido.

En Ucrania, desde la invasión rusa, varios reporteros han muerto cubriendo el frente, como Brent Renaud, periodista norteamericano asesinado a Irpin el 2022.

En Sudán, la represión contra la prensa se ha intensificado durante los enfrentamientos entre facciones militares.

Este 2 de noviembre, varias ONG han instado a la ONU a crear una comisión internacional independiente para investigar los crímenes contra periodistas. La impunidad no solo perpetúa el dolor, sino que debilita la democracia.“Cuando un periodista es asesinado y el crimen queda impune, esta tragedia también transmite el mensaje que matar periodistas es aceptable (...), envía una señal escalofriante que los poderosos pueden silenciar voces”, denunció la ONG.

Los asesinatos de periodistas el 2025 se han producido en Gaza (57), Ucrania, (11), México (10), Sudán (7), India (6), Pakistán (5), Bangla desh (4), Ecuador (4), Irán (4), las Filipinas (3), Siria (3), Afganistán (2), Colombia (2), Honduras (2), Irak (2), (2), República Democrática del Congo (2), Estados Unidos (2), Brasil (1), Guatemala (1), Haití (1), Nepal (1), Arabia Saudí (1), Somalia (1), Turquía (1) y Zimbabue (1).

Recordar es resistir. Es mantener viva su tarea, su compromiso y su voz. Es exigir que ningún periodista sea perseguido para hacer su trabajo. Es defender el derecho de todos a saber que pasa en el mundo.

ENTRE VELOS, LIBROS Y AUTOTUNE

“Hay una grieta en todo, así es como entra la luz.” — Leonard Cohen

Hay épocas en que lo sagrado se repliega, se esconde en los márgenes, se disfraza de silencio. Y hay otras en que, sin previo aviso, regresa. No como dogma, sino como susurro. No como cruz, sino como pregunta. En este tiempo nuestro —tan lleno de ruido, algoritmos y vértigo— lo religioso vuelve a asomar la cabeza. Pero lo hace con nuevos rostros, nuevas voces, nuevas formas.

Javier Cercas, ateo confeso y anticlerical por vocación, ha escrito un libro que, entre otras cosas, se atreve a mirar de frente a la Iglesia. No para rendirse a ella, sino para entenderla. Para escuchar sus ecos, sus contradicciones, sus ruinas y sus luces. En sus páginas no hay conversión, pero sí una curiosidad que roza lo espiritual. Porque a veces, el pensamiento también reza.

Alauda Ruiz de Azúa, directora de Los domingos, cuenta la historia de una adolescente que quiere hacerse monja, o Aixa de la Cruz, autora de Todo empieza con la sangre, que explora la conversión, Y luego está ella. Rosalía. Que en su último disco, LUX, se viste de santa, se rodea de coros celestiales, y canta como si estuviera en trance. No es una misa, pero se le parece. No es una plegaria, pero conmueve como tal. En el libreto, una frase se convierte en estandarte: “Ninguna mujer pretendió nunca ser Dios”. Y sin embargo, ahí está ella, iluminada, profética, convertida en símbolo de una espiritualidad que no pide permiso. LUX no es solo música. Es un ritual. Es una procesión de sonidos que mezclan lo barroco con lo electrónico, lo litúrgico con lo urbano. Es la prueba de que lo sagrado puede bailar, puede sonar en TikTok, puede vestirse de Balenciaga y aún así hablar de lo eterno.

¿Un nuevo movimiento religioso? - No hay templos, pero hay escenarios. No hay dogmas, pero hay mantras. No hay santos, pero hay ídolos. Lo que emerge no es una religión nueva, sino una sensibilidad que busca lo trascendente en lo cotidiano. En la literatura, en la música, en los cuerpos que se mueven al ritmo de una canción que parece oración. Esta espiritualidad contemporánea no exige fe, sino atención. No impone, sino que invita. Es líquida, híbrida, a veces contradictoria. Pero está ahí, latiendo en los libros que se preguntan por el alma, en los discos que invocan lo divino, en los gestos que buscan sentido.

Quizás no se trate de creer, sino de mirar. De aprender a ver lo invisible en lo visible. De entender que, incluso en el mundo más secular, hay espacio para lo sagrado. Que el misterio no ha muerto, solo ha cambiado de forma. Y así, entre las páginas de Cercas y los acordes de Rosalía, entre la filosofía coreana y los rituales digitales, se dibuja un mapa nuevo. Un mapa donde lo religioso no es una frontera, sino un horizonte.

¿EL RETORNO DE LA DEMOCRACIA ORGÁNICA?

 En los últimos años, la política democrática ha experimentado una transformación silenciosa pero profunda. Lo que antes se entendía como la participación de ciudadanos libres e iguales en la deliberación pública, parece estar cediendo terreno a una forma de representación basada en la pertenencia a colectivos definidos por el malestar. Esta deriva nos lleva a preguntarnos si estamos asistiendo al retorno de una democracia orgánica, en la que el individuo solo cuenta en tanto que parte de una fracción social.

La lógica que domina hoy el espacio público es la de la visibilización del sufrimiento. El ciudadano, para ser escuchado, debe presentarse como portador de una herida, como miembro de un grupo que reclama reconocimiento por su singularidad y sus padecimientos. La política se convierte así en una pugna por sumar identidades dolientes al caudal electoral. Los partidos, los parlamentos y los medios de comunicación se ven compelidos a representar esta diversidad de malestares, como si la legitimidad democrática dependiera de la capacidad de mostrar cuántas heridas se pueden reunir bajo una misma sigla.

En este contexto, el individuo que no se identifica con ninguna causa, que no reclama atención por su dolor, se vuelve invisible. La condición de “simple ciudadano” ya no basta. Para contar, hay que dolerse. La historia del español, podríamos decir con ironía, ha pasado del orgullo del hidalgo al lamento del “me duele algo”.

¿Qué entendemos por democracia orgánica? - El término “democracia orgánica” tiene una historia ambigua. Antes de ser apropiado por el franquismo, fue una propuesta krausista que aspiraba a una representación política basada en los cuerpos sociales —familia, municipio, gremio— en lugar del individuo abstracto. En su versión autoritaria, esta idea justificaba la exclusión de los partidos políticos y la supresión del sufragio universal. Pero en su versión contemporánea, la democracia orgánica no se impone desde arriba, sino que emerge desde abajo, como resultado de una fragmentación identitaria que convierte la política en una suma de partes sin un todo.

Lo que vemos hoy no es una imposición institucional, sino una transformación cultural. La ciudadanía se redefine como pertenencia a una comunidad de dolor. La deliberación racional cede ante la emotividad. La universalidad de los derechos se diluye en la particularidad de las demandas. Y la política se convierte en una competición por el reconocimiento simbólico.

El riesgo de la fragmentación- Esta deriva plantea riesgos evidentes. Cuando la legitimidad política se mide por la capacidad de representar malestares, se corre el peligro de convertir la democracia en una feria de agravios. La cohesión social se debilita. La deliberación se empobrece. Y el ciudadano se ve obligado a buscar una identidad que lo haga visible, aunque sea a costa de su autonomía.

La democracia no se defiende sola. No sobrevive con ciudadanos pasivos, ni con discursos vacíos. Necesita a personas libres que piensen, que cuestionen, que participen. Necesita coraje para decir la verdad, aunque incomode. Y sobre todo, necesita que dejemos de competir por tener razón y empecemos a construir razones juntos.

Si no recuperamos la idea de ciudadanía como participación activa y racional en la vida pública, la democracia se convertirá en una carcasa vacía, manipulable, frágil. El gran reto de nuestro tiempo no es solo preservar las formas democráticas, sino llenarlas de sentido. Y esto comienza -y acaba- con nosotros.

¿POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS?

 ¿Ruido o tradición? Es el debate eterno cada vez que salta un conflicto por el tañido de las campanas de iglesias reconvertidas en relojes que no dejan de marcar las horas por la noche. En este caso, para os que cuentan los toques, son 146 (día y noche) más 24 por una campanada a la media. Cada jornada, 170 tañidos; 62.050 al año.

Una vecina de un Matute, un pequeño pueblo de La Rioja (100 empadronados, pero solo 50 habitantes fijos) acaba de ganar la última batalla judicial conocida contra uno de esos campanarios-reloj. Ha conseguido, a pesar de ser la única vecina de esa pequeña localidad que protesta por contaminación acústica, que las campanas no marquen las horas de noche. Lo que no ha hecho ninguna gracia al resto de vecinos para los que ese tañido es tradición y no ruido. Es un conflicto que se arrastra desde 2022 y que lejos de acabar, con la última sentencia, sigue vivo con un nuevo recurso

El conflicto en Matute se arrastra desde 2022. Esa vecina molesta por el ruido de las campanas durante la noche presentó una denuncia judicial al mismo tiempo que llevaba su caso al Defensor del Pueblo. El caso ha llegado al Tribunal Superior de Justicia de la Rioja, que acaba de ratificar dos sentencias anteriores: las campanas tienen que estar calladas de noche.

Pero hay más, el último fallo condena al consistorio al pago de costas y a indemnizar a esa vecina con 3.000 euros por daños morales por “estrés acústico”. Se estima que ese ruido vulnera su derecho al descanso. Lo que más duele al alcalde es que la justicia obligue a indemnizar con 3.000 euros a la denunciante: “es una cantidad exagerada”

¿Se acaba aquí el conflicto? Ni de lejos. El alcalde de Matute, Jacinto Clemente, confirma a La Vanguardia que el Ayuntamiento ha recurrido la última sentencia. Se acata, pero no se comparte. Eso sí, mientras dure el proceso, las campanas no marcarán las horas entre las diez de la noche y las ocho de la mañana. Esa decisión se adoptó hace un año tras la sentencia anterior al fallo del Superior de Justicia.

Jacinto Clemente afirma que lo único que está haciendo el Ayuntamiento, con el recurso a esta última resolución judicial, “es cumplir con la voluntad de la práctica totalidad de vecinos de Matute”. Esos habitantes, que son mayoría, ya han dejado clara su postura con concentraciones convocadas los últimos días para pedir que las campanas vuelven a marcar las horas durante la noche. “Ahí estaban también (en esas protestas) los habitantes que viven pegados al campanario y a los que no les molesta el ruido de los tañidos que marcan las horas”, recalca el edil. La vecina que ha denunciado vive mucho más lejos; su casa se levanta a 350 metros del campanario.

En toda esta historia hay una cosa que le duele especialmente al alcalde. Considera “exagerada” la indemnización de 3.000 euros fijada para esa vecina por las molestias y secuelas provocadas por el ruido. “Es una cantidad que estimamos desproporcionada para un caso como este y también para un consistorio tan pequeño como el nuestro”. De momento no han pagado; van a esperar a la resolución del recurso.

Jacinto Clemente estima injusto que una sola vecina pueda vetar algo que todo un pueblo quiere. Y es que en Matute, donde la población se dispara en verano hasta pasar de los 400 habitantes, “nadie más, ni los vecinos de toda la vida, veraneantes o recién llegados, han protestado jamás por el ruido de las campanas”.

 Suenan en ese pequeño pueblo de La Rioja desde hace décadas y para la mayoría de la población “ese tañido forma parte de la tradición y también un símbolo de su identidad”, reitera el alcalde. ¿Volverán a sonar otra vez de noche? La justicia tiene la última palabra. Javier Ricou en la vanguardia.

BLOG DE FRANCESC PUIGCARBÓ - NOTICIAS 24/7